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Por: Diana Aguilar

Para crear una banda no sólo se necesita tener más de tres integrantes y gusto por la música, se necesita determinación y unir la pasión a la intensión de irrumpir en el escenario llevando un mensaje contundente.

Así es Menarquia, una banda de punk transfeminista nacida de las entrañas barriales de Bogotá, conformada por Amapola Simón, bajo; Tatrix, batería; Astrid La Roja, guitarra y Andrea, voz; quienes le apuestan sin mesura al transfeminismo y se reconocen como disidencias de género, “porque el feminismo se queda corto a la hora de comprender otras expresiones como las trasformaciones individuales y colectivas de las disidencias de género”, manifiesta Amapola, con quien tuve una amena conversación.

Son insistentes en expresar su postura de género que incluye lo queer, lo no binario, la sexualidad no heteronormativa y todas las expresiones de la personalidad y el cuerpo fuera de los márgenes de lo convencional.

“Somos transfeministas y tenemos que nombrarlo así, porque lo que no se nombra no existe y reflexionar sobre nuestros propios privilegios como personas de la ciudad, como feministas urbanas. Nos atraviesan ciertas violencias por el cuerpo, pero también es importante visibilizar otras violencias que existen hacia otras mujeres de los territorios como afros e indígenas donde hay racismo estructural”

De modo que apostarle a ello desde el punk, que si bien se circunscribe dentro de lo anárquico, ha sido una escena muy masculinizada, a pesar de su discurso de libertad y antiestablecimiento, por tanto, su propuesta transgresora tanto melódica como líricamente, responde al cuestionamiento sobre el amor romántico y patriarcal, frente a las diferentes violencias que viven las mujeres y disidencias de género.

Más que un nombre…

Menarquia es el nombre que recibe la primera menstruación, una palabra poco conocida en relación al inicio de este ciclo, pero tan diciente respecto a lo que significa: cambio. Y es que la menstruación ha sido por años invisibilizada, vista desde el asco y la enfermedad e ignorando que no sólo las mujeres cis género menstrúan, sino también las personas no binarias y los hombres trans.
Menciono lo del cambio, porque las transformaciones más profundas inician desde la incomodidad, desde el reconocimiento de que todo no puede ser igual, y es ahí donde ellas se la juegan para desestigmatizar y transgredir desde lo nominal y lo explícito: sangramos y esa sangre no está mal, viciada o podrida; esa sangre es nuestro cuerpo hablándonos de que todo debe cambiar.
Y es que la sangre desde su rojo espesor siempre ha sido un escandalo y como sociedad colombiana le tenemos particular escozor, nos atraviesa el cuerpo, nos permite la vida, pero también se derrama ante las muertes violentas que se producen en el país.

“Es importante nombrar la sangre no solamente en términos menstruales, sino también la que ha sido derramada por muchas mujeres y disidencias sexuales y de género por no tener derecho a una vida digna, por defender sus territorios y por exigir el respeto que nos merecemos. Nos nombramos así, con la intención de salir de la misoginia y todo lo que el sistema nos vende como “normal”, el patriarcado nos ha querido separar de una esta relación tan natural como la sangre-cuerpo y la banda quiere que reconciliemos con ello”

“No más contaminación entra en acción, sangre menstrual, no uses más toallas usa la copa”

El sonido y la estridencia

Dentro del hecho de romper con estereotipos, Menarquia es una banda autodidacta, su baterista es quien acumula más experiencia musical, pero todas tienen la impronta del querer hacer música desde cero, recurriendo al “hazlo tú misma”, esa acumulación de razones y sentires que motivan a la acción, para aprender y enfrentarse a lo desconocido, movidas por esa necesidad de querer decir, hacer y agitar.

Más allá de la escena punk y los círculos feministas han amplificado su mensaje a las redes comunitarias, yendo a los barrios y ofreciendo sus conciertos de forma gratuita. “La idea es ampliar el panorama de la música en términos de lo que queremos despatriarcalizar: construir relaciones de pensamiento y pedagogía desde lo común y lo autogestionado. Llevamos las letras a nuestros conciertos para que sepan de qué estamos hablando, para sembrar la semilla que les hará pensar, investigar y congeniar con lo que decimos”.

“Hacer un toque es todo un performance social, intentamos que todo lo simbólico tenga relación con lo que dicen nuestras letras, nuestra forma de ver el mundo y nuestras historias de vida, lo que queremos que no se repita; por eso, los conciertos en los que hemos participado son de forma gratuita para la comunidad y por lo general decimos algo para que comprendan la realidad de lo que nos motiva a hacer música”.

Motivaciones que no sólo responden al descontento social, sino que hablan del amor, entendiéndolo como el encuentro con sí mismas, desde la pregunta por el ser y el aporte que dan para habitar de forma más sincera el sistema patriarcal que se mezcla entre nuestros vínculos más cercanos.
Por ello su música suena a ruido transgresor, contestatario, maricón, lésbico y donde caben todas las personas raras e innombradas, lo que contribuye a la sana cohabitancia de toda disidencia y desestabiliza al sistema normativo y moralista.

El ruido como activismo social

“Estamos cansadas de tanta bala y guerra, de que haya más presupuesto para las armas que para la educación y lo cultural. Hay unos desequilibrios económicos enormes de lo que el país realmente hace con esas lógicas capitalista y neo liberales, creemos que las personas que hacemos arte y música debemos tener una conciencia crítica que ponga de manifiesto nuestros descontentos”.

El movimiento feminista y transfeminista les ha movilizado mucho y es sostén de su propuesta, porque desde allí enuncian los cuestionamientos sobre sus privilegios, porque más allá de nombrarse como feministas, piensan en lo normalizado que es no juzgar que estamos inmersos en una sociedad racista, clasista y homofóbica.  
“No buscamos un reconocimiento del tipo comercial de la industria musical, ni que nos grabe el mejor sello. Creemos que entre más autogestionado y autónomo sea este proceso nos sentimos más libres. Que nos escuchen quienes quieren escucharnos, para nosotras es más importante transmitir un mensaje más allá de ser algo masivo y que nuestra música sea escuchada en esos pequeños espacios donde ha sido tan violento el sistema”.

La propuesta musical de Menarquia, nos induce a pensarnos y sentirnos dentro de lo contracultural y lo contestatario, desde el movimiento de la agitación ruidosa y la cofradía de identificarse con todas las personas excluidas, marginadas, raras y amorosas.

Les invitamos a que oigan el proyecto musical de Menarquia, nuestras artistas de la semana y estén pendientes de sus redes sociales para que puedan verlas en vivo en algún barrio de la ciudad.

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